La Barriada Las Trescientas fue construida como Unidad Vecinal de Absorción (UVA), que fue una forma de combate al chabolismo, en los años sesenta. También sirvió para reubicar personas cuyas propiedades habían sido expropiadas. El problema de la falta de vivienda en Cáceres para clases de pocos recursos se hacía sentir desde las décadas anteriores. 

La barriada fue promovida por la Obra Sindical del Hogar y Arquitectura, que presentó el proyecto en 1964, redactado por el arquitecto Tomás Civantos. Las viviendas - que el arquitecto refirió en la memoria como albergues - fueron recibidas cinco años después. La construcción estuve a cargo de la empresa Colomina G. Serrano S.A.

El proyecto preveía locales comerciales y edificios complementarios como un grupo escolar para párvulos, que se cree que es el edificio en Ronda de la Pizarra 23 (ocupado en 2024 por ADEX - Asociación de Discapacitados de Extremadura, que ahí tiene un centro de rehabilitación, orientación, formación, ocio y tiempo libre). El arquitecto aún previo la urbanización de la zona, con plantación de árboles adecuadas al clima cacereño y colocación de bancos en los espacios libres, así como dos plazas, para fomentar el convivio entre vecinos. El nombre de la barriada deriva del número de viviendas previstas.

El intento inicial fue ser un barrio transitorio dado que se trataba de una intervención de emergencia para eliminar las chabolas y las viviendas sin condiciones de habitabilidad. No obstante, en conversación, Jorge Civantos, hijo del arquitecto, señaló que los materiales usados en la construcción, como hormigón y ladrillo, no son temporales. En efecto, las habitaciones se mantuvieron al largo del tiempo y siguen en uso en 2024. Según informaciones recogidas en conversaciones, los utilizadores tuvieron la posibilidad de adquisición de las viviendas al ayuntamiento en los años noventa, después del régimen de alquiler establecido en los orígenes.

La barriada se destinaba a familias modestas, pero hubo diversidad entre los residentes. Los vecinos comentan que se vivia como en un pueblo, toda la gente se conocía y socializaba en los espacios exteriores, pero hoy en día eso cambió, y las tiendas del barrio han cerrado. Sin embargo, hay actividades organizadas por la asociación de vecinos. Pasó de ser un barrio periférico y aislado a un barrio residencial integrado en el tejido urbano.