Entrevista a Miguel Conejero y Salvadora González, habitantes de la barriada Las Trescientas en Cáceres. Entrevista mantenida con las investigadoras Ivonne Herrera Pineda y Ana Mehnert Pascoal, junto con el arquitecto Jorge Civantos.

Agradecemos sinceramente la amabilidad de Miguel y Salvadora, al atendernos en su domicilio y compartir con nosotras sus experiencias. También un gran agradecimiento a Jorge Civantos, por facilitar esta entrevista y por acompañarnos durante su realización.

A continuación, se presentan algunas informaciones dadas durante esta entrevista.

Barrio Las Trescientas

El abuelo de Miguel era arriero y trabajaba transportando arena y cal. Sus dos abuelos fueron reubicados en las Trescientas tras una expropiación de una propiedad que tenían. Más tarde, cuando ya tenían edad avanzada, fueron tanto Miguel como Salvadora a vivir con ellos. Cuidaron de la abuela hasta que falleció y tras ello continuaron viviendo en esta casa, hasta la actualidad. Al igual que otras familias, primeramente pagaban un alquiler (en un principio 100 pesetas, y más tarde 200 pesetas), hasta que en el año 1994 la compraron porque el ayuntamiento autorizó la venta de las casas a los utilizadores de las viviendas.

A lo largo de los años, realizaron algunas modificaciones en la casa, incluyendo la reubicación de la cocina y del baño. La cocina original fue convertida en baño, y se construyó una nueva cocina en lo que antes era parte del patio. Jorge Civantos comenta al respecto que las otras casas todas eran intermedianeras, por lo que ninguna tenía ventana hacia el lado, hacia la calle. Por el contrario, esta casa al ser esquinera, permitía ocupar una parte del patio para hacer la cocina sin dejar a oscuras el salón.

La escalera de la casa también fue reconstruida y se cambió el material que antes era una estructura de metal y peldaños de madera forrados de sintasol. La escalera actual es muy empinada y Miguel tiene una dolencia que le impide subir las escaleras, de modo que se plantean hacer una habitación en la planta baja. Comentan que otros residentes de tercera edad tienen también problemas de movilidad en sus viviendas.

Miguel comenta que la casa recibe luz desde que sale el sol hasta que se pone, por lo que parece que está bien orientada. Sin embargo, no es suficiente para calentar en invierno. No sabe si es por el aislamiento o por qué motivo, pero en invierno sienten mucho frío dentro de casa.

A Salvadora al comienzo le costó adaptarse a Las Trescientas. En ello influyó que en los primeros años tuvieron que cuidar de la abuela en casa y que entonces también tenía a su hijo muy pequeño. Más tarde “se hizo” al barrio y le gustó, “pues era como un pueblo, como yo he vivido en mi pueblo, que yo soy de un pueblo [llegó a los 20 años de edad a trabajar a Cáceres]”.

Los vecinos y vecinas en Las Trescientas socializaban en las plazas, comercios locales y en las zonas comunes como los patios, donde también jugaban los niños. Con el tiempo esto ha ido cambiando y hoy en día hay mucha menos interacción. Las tiendas del barrio, donde Salvadora solía comprar, también han cerrado, y han sido sustituidas por las grandes superficies comerciales. La asociación de vecinos organiza actividades como bingos, bailes y excursiones, aunque Salvadora no participa activamente. Ella ha sido una persona reservada y volcada en su hogar, de modo que solo ha mantenido relación con sus vecinas más cercanas.

Barrio de Pinilla

Miguel y Salvadora, previamente a vivir en Las Trescientas, vivieron de alquiler en un piso de Pinilla. Según comenta Salvadora, este barrio era muy distinto a las Trescientas, pues eran pisos altos, mientras que Las Trescientas "era como un pueblo".