Juntamente con los grupos escolares Antonio de Nebrija y Ernesto Olivares (San José del Valle), representa un experimento casi impar en el panorama de las construcciones escolares en España motivado por la introducción de nuevas ideas educativas con la Ley General de Educación de 1970. 

Las necesidades de los nuevos edificios escolares se plasman en la orden ministerial 10 de febrero de 1971: las aulas o clases deberían dar paso a espacios abiertos, de diferentes dimensiones, para el desenvolvimiento de la enseñanza activa y los centros de Jerez cumplen esta directriz en sus proyectos iniciales.

Los tres ejemplos jerezanos no tendrían sucesores directos, ya que a partir de final de los años 70 se utiliza el modelo-tipo nacional de EGB de 16 unidades que sería utilizado en los CEIP de La Unión, Torresoto, Federico García Lorca, Tartessos y Las Granjas. Sin embargo, una segunda ola de centros experimentales –de esta vez prefabricados– fue probada en Jerez, en los centros IES La Campiña y IES Vega del Guadalete (1978).

En el CEIP Andrés de Rivera, la innovadora planta resultante de la intersección de tres módulos compuestos por hexágonos muestra con claridad la irrupción de un nuevo modelo educativo alejado de las aulas tradicionales. La planta baja incluye espacios de actividades múltiples plásticas y dinámicas, sala de medios audiovisuales y biblioteca, más allá de cocina, secretaria, orientación familiar, zona de profesores y director y tutorías. A cada extremo, una amplia zona de trabajos personalizados es rodeada de áreas coloquiales (clases) hexagonales. La planta alta concentra seis áreas coloquiales hexagonales y una zona de laboratorio en 680,32 m². La planta baja ocupa 2406,16 m². Independiente del edificio principal se encuentra el gimnasio, paralelepipédico, ocupa 377m².