El Instituto San Fulgencio se construye en 1965 en terrenos reservados para una ampliación de las instalaciones deportivas municipales que no llegó a realizarse. El proyecto fue de Francisco P. Adell Ferré. La subasta de las obras quedó desierta y se adjudicaron directamente a Antonio Gutiérrez Cadenas en noviembre de 1964 por 9.160.920,20 pesetas. En 1968 se adicionan talleres para formación profesional proyectados por Antonio Galán Lechuga y adjudicados a Coypesa – Empresa Constructora S.A.

En 1978 se amplían las instalaciones con la construcción en el patio de un módulo independiente con 8 unidades de Educación General Básica (EGB), siguiendo el proyecto-tipo de pabellón industrializado definido por el Ministerio de Educación en el año anterior. La comunidad escolar llamaba a este prefabricado “el chalet”, que es substituido a inicios del siglo XXI. Entre 1978 y 1983 se adaptan también partes del edificio principal, sobre todo a través de cambios de organización interna, para añadir laboratorios, porches y vestuarios. Sin embargo, nuevas remodelaciones a mitad de la década de 90 eliminaron las duchas, en un marco de grandes transformaciones, como la conversión del salón de actos en departamentos y la ampliación del gimnasio con parte del salón de actos que desapareció. Parte del antiguo gimnasio de niños pasó a sala de arte. También se han hecho sustituciones en la instalación eléctrica, cambiado las ventanas de hierro por las de aluminio y colocado brise soleil en las ventanas de la fachada sur y venecianas en la cara norte.

Aun con todas las obras de manutención y transformación, profesionales del centro como Jacinta y Mercedes (en conversación con las investigadoras, 2024), destacan la falta de acondicionamiento térmico del edificio, lo que supone un problema considerable en los meses de calor. Por su parte Eva, trabajadora en el centro desde hace 35 años opina (en conversación con las investigadoras, 2024) que el edificio ha quedado obsoleto, y su mayor problema es la falta de espacio. La ratio por clase es alta porque no hay más espacio para más aulas. Haría falta un nuevo gimnasio. Sobre la conservación y trasformaciones del edificio señala que las puertas se pintaban todos los años. En la azotea sigue habiendo infiltraciones por bloqueos en las bajantes, incluso después de las remodelaciones. Por otro lado, las antiguas barreras arquitectónicas se han solucionado. Por ejemplo, se instaló un ascensor que es usado en caso de que algún alumno tenga movilidad reducida.

El problema de la falta de espacio no es reciente. En 1985 la Delegación Provincial de la Consejería de Educación solicita a la Consejería de Cultura la cesión de los terrenos aledaños al Instituto San Fulgencio, propiedad de la Consejería de Cultura, donde se encuentran las instalaciones deportivas de la Piscina de la Juventud. La Consejería indica que las instalaciones son patrimonio de la Juventud de Écija, y la cesión de uso no permite cambios en el terreno, por lo que quedan sin efecto los intentos de ampliación.